Para nosotros como psiquiatras, la hipocondría pertenece a un grupo de trastornos que según el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos Mentales (DSM), son los trastornos Somatomorfos, diganse los siguientes.-
El trastorno de somatización (anteriormente histeria o síndrome de Briquet) es un trastorno polisintomático que se inicia antes de los 30 años, persiste durante varios años y se caracteriza por una combinación de síntomas gastrointestinales, sexuales, seudoneurológicos y dolor. El trastorno somatomorfo indiferenciado se caracteriza por síntomas físicos no explicados, que persisten al menos 6 meses y que son insuficientes para establecer el diagnóstico de trastorno de somatización. El trastorno de conversión consiste en síntomas o disfunciones no explicadas de las funcio-nes motoras voluntarias o sensoriales, que sugieren un trastorno neurológico o médico. Se considera que los factores psicológicos están asociados a los síntomas o a las disfunciones. El trastorno por dolor consiste en la presencia de dolor como objeto predominante de atención clínica. Además, se considera que los factores psicológicos desempeñan un papel importante en su inicio, gravedad, exacerbación o persistencia. La hipocondría es la preocupación y el miedo de tener, o la idea de padecer, una enfermedad grave a partir de la mala interpretación de los síntomas o funciones corporales. El trastorno dismórfico corporal es la preocupación por algún defecto imaginario o exage-rado en el aspecto físico.
La característica común de los trastornos somatomorfos es la presencia de síntomas físicos que sugieren una enfermedad médica (de ahí el término somatomorfo) y que no pueden explicarse completamente por la presencia de una enfermedad, por los efectos directos de una sustancia o por otro trastorno mental (p. ej., trastorno de angustia). Los síntomas deben producir malestar clínicamente significativo o deterioro social, laboral, o de otras áreas importantes de la actividad del individuo. A diferencia de lo que ocurre en los trastornos facticios y en la simulación, los síntomas físicos no son intencionados (p. ej., bajo control voluntario). Los trastornos somatomorfos se diferencian de los factores psicológicos que afectan el estado físico por la ausencia de una enfermedad médica diagnosticable que pueda explicar por completo todos los síntomas físicos. La agrupación de estos trastornos en un único grupo está basada más en la utilidad (p. ej., la necesidad de excluir enfermedades médicas ocultas o etiologías inducidas por sustancias) que en las hipótesis sobre etiologías o mecanismos compartidos. Estos trastornos se observan con bastante frecuencia en los centros hospitalarios.
¿Qué es la hipocondria?
Una excesiva preocupación por la enfermedad, por los síntomas a padecerla, “enfermos imaginarios”, miedo a la muerte, etc. Hay muchas formas de referirse a una conocida obsesión que experimentan algunas personas: la hipocondría.
¿Cuáles son las causas de la hipocondría?
Entre los factores que facilitan el inicio de los cuadros de hipocondría, suelen citarse los siguientes:
1)Experiencias previas con efectos sensibilizadores(p.ej. conocimiento de errores médicos, familiares enfermos, padre hipocondríaco…) y factores de aprendizaje en relación al propio cuerpo (fundamentalmente costumbres sociales en la expresión emocional de la enfermedad y las reacciones a ella, capacidad amplificada para percibir las propias reacciones internas, y fallos en la forma de afrontar situaciones estresantes).
2) Formación de creencias erróneas sobre los síntomas, la salud y la enfermedad. Además de una atención selectiva a aspectos negativos y tendencia a confirmar estas creencias erróneas.
3) La presencia de un incidente crítico externo (muerte de un familiar, información sobre una enfermedad cuyos síntomas uno cree padecer) o interno (estado de ánimo negativo) suele activar estas creencias y comportamientos arriba señalados, desencadenándose así los componentes característicos de la hipocondría.
Test hipocondría
Conteste con la mayor sinceridad a las cuestiones planteadas. Si contesta afirmativamente cuente 1 punto.
1- Noto constantemente una preocupación por mi cuerpo o por padecer diferentes enfermedades.
2- He notado, en ocasiones, que sobrevaloro algunos síntomas que presento. Luego me doy cuenta que no era “nada”.
3- Me descubro pendiente de mis latidos cardiacos: valoro su frecuencia o intensidad.
4- Arropo excesivamente a mis hijos, hasta el punto que se quejan de tener calor con mucha frecuencia.
5- Doy demasiada importancia a los aspectos “negativos” de la vida. Los “positivos” me parecen escasos.
6- Las noticias sobre salud en los medios de comunicación me producen una extraña combinación de interés y ansiedad.
7- Unos de mis temas favoritos: la salud.
8- En ocasiones me he palpado tanto los ganglios (de cualquier parte del cuerpo) que me han llegado a doler.
9- Cuando pienso en mi salud me cambia el estado de ánimo.
10- En alguna ocasión he ido tantas veces al médico que él se ha acabado enfadando.
11- Estoy de baja con mucha frecuencia casi siempre con diagnósticos distintos.
12- Alguno de mis padres (padre o madre) le daba mucha importancia a la salud
Resultados:
1-3 puntos: Muestra cierto interés mórbido por su salud. No llega a ser hipocondríaco pero, seguramente, esta preocupación no le deja disfrutar de la vida y de la salud que tiene. Reflexione sobre ello.
4-7 puntos: Es un estado que ya demuestra excesiva preocupación por su salud que, probablemente, no está justificado. Una reorientación de sus temores por parte de un profesional le haría ganar en salud mental
8-12 puntos: Tal preocupación polariza de tal manera su vida que le inhabilita para hacer una vida normal. Busque ayuda profesional de manera urgente.
Se conoce por hipocondría a aquella enfermedad en la que, el paciente, cree de forma infundada que padece alguna enfermedad grave, aunque no existan síntomas reales de la misma o, al menos, tenga algunos dolores que no se relacionen en nada con aquelo que teme.
Estas personas se caracterizan porque intentan lamentarse con todos aquellos sujetos que se encuentren en su camino, contándoles lo mal que se sienten, lo que les cuesta sentirse bien consigo mismos, o incluso lo que les cuesta en sí dar con un especialista que les ayude de verdad.
Ven problemas donde no los hay, dolores donde realmente no los había, y sienten que se van a morir de un momento a otro: palpitaciones, sudores, mareos, dolores de cabeza…
Creen que los médicos no dicen la verdad, que o les mienten o les ocultan algo, y van de especialista en especialista tratando de escuchar precisamente lo que quieren oír, e incluso llegan a manejar el argot médico casi mucho mejor que éste.
El temor pasa a obsesión, y de ahí a prácticamente un sin vivir diario donde la preocupación por tener una enfermedad eliminan las ganas de disfrutar de la vida y de esos pequeños momentos que ésta nos brinda.
Conoce los síntomas de la hipocondría
La persona hipocondríaca dirige toda su atención a las más mínimas manifestaciones orgánicas o funcionales de su cuerpo, tales como latidos, molestias, dolores, picores, cambios en la piel… fijándose principalmente por la cabeza y el cuello, los órganos del vientre, el tórax y la espalda, las piernas, los brazos, y finalmente los genitales.
Se caracteriza porque observa su cuerpo de manera excesiva con el objetivo expreso de detectar algo anómalo, teniendo un interés casi morboso por todo tipo de informaciones médicas, y desconfían del médico, prefiriendo diagnosticarse ellos mismos. Y es que si descbren cualquier síntoma, siempre tenderán a pensar que están ante algo grave…
Sin embargo, sus molestias suelen desaparecer cuando están mucho más relajados y su mente distraída.
Distintos tipos de hipocondría
La característica esencial de la hipocondría es la preocupación y el miedo a padecer, o la convicción de tener, una enfermedad grave, a partir de la interpretación personal de uno o más signos o síntomas somáticos (Criterio A).
La exploración física no identifica enfermedad médica alguna que pueda explicar la preocupación del enfermo o los signos o síntomas que presenta (aunque puede existir una enfermedad médica concomitante).
El miedo injustificado o la idea de padecer una enfermedad persisten a pesar de las explicaciones médicas (Criterio B). Sin embargo, la creencia no es de tipo delirante (p. ej., el individuo puede aceptar la posibilidad de que está exagerando la magnitud de la enfermedad o de que ésta no existe).
La creencia no se circunscribe sólo a una preocupación por la apariencia física (como ocurre en el trastorno dismórfico corporal) (Criterio C).
La preocupación por los síntomas somáticos provoca malestar clínicamente significativo o de-terioro social, laboral, o de otras áreas importantes de la actividad del sujeto (Criterio D) y persiste durante al menos 6 meses (Criterio E).
Esta preocupación no se explica mejor por trastorno de ansiedad generalizada, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de angustia, trastorno depresivo mayor, ansiedad por separación u otro trastorno somatomorfo (Criterio F).
En la hipocondría las preocupaciones del enfermo hacen referencia a funciones corporales (p. ej., latido cardíaco, sudor o movimientos peristálticos), a anormalidades físicas menores (p. ej., pequeñas heridas, tos ocasional) o a sensaciones físicas vagas y ambiguas (p. ej., «corazón cansado», «venas dolorosas»).
El individuo atribuye estos síntomas o signos a la enfermedad temida y se encuentra muy preocupado por su significado, su autenticidad y su etiología. Las preocupaciones pueden centrarse en un órgano específico o en una enfermedad en particular (p. ej., miedo a padecer una enfermedad cardíaca).
Las exploraciones físicas, repetidas, las pruebas diagnósticas y las explicaciones del médico no consiguen aliviar la preocupación del paciente. Por ejemplo, un individuo con miedo a padecer una enfermedad cardíaca no se tranquiliza aunque sepa que las exploraciones físicas, los electrocardiogramas e incluso las angiografías son totalmente normales.
Las personas que sufren este trastorno pueden alarmarse con la lectura o los comentarios sobre enfermedades, con las noticias de que alguien se ha puesto enfermo o incluso por la observación de lo que ocurre en su propio cuerpo.
La preocupación sobre la enfermedad se convierte a menudo en la característica central de la autopercepción del individuo, en un tema reiterado de conversación, y en una respuesta a las situaciones de estrés.
Sin embargo, debido a que estos individuos presentan una historia de quejas múltiples sin base física clara, pueden ser sometidos a reconocimientos superficiales que pasen por alto la presencia de una enfermedad médica. Las relaciones sociales están limitadas por las preocupaciones que el individuo tiene por su enfermedad y por las demandas de tratamiento y consideración especiales. Las relaciones familiares pueden asimismo alterarse, ya que todo se centra en el bienestar del enfermo. El trabajo puede no estar afectado si el paciente limita su preocupación a los horarios «no laborables». Sin embargo, lo más frecuente es que su actividad productiva se encuentre también muy limitada. En casos más graves el individuo con hipocondría puede llegar a la invalidez total.
Las enfermedades graves, particularmente en la infancia, y los antecedentes de alguna enfer-medad en miembros de la familia se asocian a la aparición de hipocondría. Se cree que las situaciones de estrés psicosocial, sobre todo la muerte de alguna persona cercana, pueden precipitar la aparición de este trastorno. Las personas con hipocondría a menudo presentan también otros trastornos mentales (especialmente trastornos de ansiedad y depresivos).
El diagnóstico de hipocondría debe hacerse con mucho cuidado si las ideas del paciente sobre la enfermedad se ven reforzadas por curanderos que no están de acuerdo con las explicaciones y las exploraciones médicas.
El trastorno afecta por igual a varones y mujeres.
En la práctica médica la prevalencia se encuentra entre un 4 y un 9 %.
La hipocondría puede iniciarse a cualquier edad; sin embargo, lo más frecuente es que empiece en los primeros años de la vida adulta. El curso es generalmente crónico, con períodos de mayor o menor intensidad, aunque algunas veces es posible que el individuo se recupere totalmente. El inicio agudo, la comorbilidad, la ausencia de trastornos de la personalidad y la ausencia de una ganancia secundaria son indicadores de buen pronóstico. Debido a su cronicidad, algunos autores consideran que este trastorno posee características de «rasgo» (preocupación persistente, con quejas de tipo somático, centrada en síntomas físicos).